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Martes, 24 de Diciembre de 2024

Pablo, el judío de Tarso

Pablo, el judío de Tarso (XXXIV)

Domingo, 6 de Agosto de 2017
El segundo viaje misionero (X): Corinto (IV): Las cartas a los Tesalonicenses

Pablo, el judío de Tarso (XXXIII)

Domingo, 30 de Julio de 2017
El segundo viaje misionero (IX): Corinto (III): El imperio protege el Evangelio

Pablo, el judío de Tarso (XXXII)

Domingo, 23 de Julio de 2017
El segundo viaje misionero (VIII): Corinto (II): El inicio de la predicación
Después de su discurso en el Areópago, Pablo abandonó la ciudad de Atenas en dirección a Corinto. A decir verdad, a esas alturas, no le sobraban las razones para sentirse satisfecho.
Aunque en el s. I d. de C., Atenas no era ni lejanamente la gran ciudad que había sido, continuaba simbolizando los logros más sublimes del alma griega. A partir de las guerras médicas entabladas contra los persas en defensa de Grecia a inicios del s. V a. de C.,…
Como ya vimos, Pablo llegó a Tesalónica tras recorrer ciento cincuenta kilómetros desde Filipos utilizando la Via Egnatia.
Tras salir de Filipos, Pablo, Silas y Timoteo se encaminaron por la Via Egnatia hacia el oeste. Tras atravesar Anfípolis, la capital del primer distrito de Macedonia, y Apolonia, llegaron a Tesalónica, una localidad situada a unos ciento cincuenta kilómetros de Filipos.
El primer pasaje para Macedonia que Pablo y sus tres colaboradores pudieron encontrar los llevó a Samotracia, una isla montañosa en la que pasaron una noche de camino hacia Neápolis, la moderna Kavalla.
¿Hacia dónde debía dirigirse ahora el apóstol? Una de las posibilidades era torcer al norte y encaminarse hacia Bitinia, la provincia situada en el noroeste de Asia Menor, donde se encontraban las ciudades de Nicea y Nicomedia.

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