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Miércoles, 25 de Diciembre de 2024

Pablo, el judio de Tarso (XXVII): El segundo viaje misionero (II): Pablo llega a Europa

Domingo, 11 de Junio de 2017

¿Hacia dónde debía dirigirse ahora el apóstol? Una de las posibilidades era torcer al norte y encaminarse hacia Bitinia, la provincia situada en el noroeste de Asia Menor, donde se encontraban las ciudades de Nicea y Nicomedia.

Una vez en Bitinia, podían dirigirse hacia Antioquia de Bitinia y tomar el camino que conducía a la parte norte de la Frigia Paroreios – el territorio situado al norte y al sur de la cordillera de Sultan Dag – o bien podían dirigirse hacia Antioquia de Pisidia y alcanzar el norte de Frigia Paroreios desde allí cruzando la cordillera de Sultan Dag. Tanto en un caso como en otro, llegarían a Filomelio, la moderna Aksehir.

Lucas hace una referencia a la “región frigia y gálata”, es decir, a la parte de Frigia que pertenecía a la provincia romana de Galacia, la región donde estaban Iconio y Antioquia de Pisidia. Tras dejar Filomeo por el noroeste, podrían entrar inmediatamente en la zona asiática de Frigia y llegar a Dorileo, que era un importantísimo cruce de caminos. Una vez allí se encontraban con dos opciones. Hacia el norte se hallaba la frontera de la provincia de Bitinia y hacia occidente se encontraba Misia, el territorio noroccidental de la provincia de Asia. El plan de Pablo era continuar adentrándose en Bitinia predicando el Evangelio. Se trataba de continuar el camino hacia occidente y alcanzar la ciudad de Éfeso. Sin embargo, lo que sucedió fue muy diferente. De hecho, lo que tuvo lugar fue un acontecimiento que sería de una extraordinaria importancia para la Historia de Europa. La fuente lucana lo refiere de la siguiente manera:

 

6 Y pasando a Frigia y la provincia de Galacia, el Espíritu Santo les prohibió hablar la palabra en Asia. 7 Y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia; pero el Espíritu no les dejó.

(Hechos 16, 6-7)

 

Al menos por dos veces, Pablo y sus colaboradores intentaron seguir penetrando en Asia. Les resultó imposible. Distintas manifestaciones del Espíritu les indicaron que debían abandonar ese propósito. ¿De qué manera se produjeron esas manifestaciones? Lo más probable es que a través de profecías pronunciadas en el curso de los cultos comunitarios. Eso fue lo que, muy posiblemente, sucedió en Antioquia cuando el Espíritu eligió a Bernabé y a Pablo para ser misioneros, y lo que ahora volvía a acontecer. La única opción que le quedaba ahora a Pablo era desviarse hacia occidente, pasar el territorio de Misia y alcanzar la costa del Egeo en el puerto de Alejandría Troas, la moderna Kestambol. Este fue precisamente el camino que siguieron (Hechos 16, 8).

Troas se alzaba en el enclave de la antigua ciudad griega de Sigeia. Su fundación original – con el nombre de Antigonia Troas – se debió a Antígono, uno de los sucesores de Alejandro Magno. Sin embargo al año 300 a. de C., la ciudad fue fundada nuevamente por Lisímaco, rey de Tracia, esta vez con el nombre de Alejandría Troas y recibiendo el status de ciudad libre. En la fuente lucana es denominada Troas (o Troade) que también era el nombre del distrito que la rodeaba, derivado a su vez de la antigua ciudad de Troya. La ciudad atrajo la atención de los gobernantes más diversos. Julio César pensó en convertirla en su capital quizá en un intento por vincularse con los legendarios fundadores troyanos de Roma[1]. Constantino volvería a considerar la cuestión varios siglos después aunque, al final, se decidió a favor de Constantinopla. Por lo que se refiere a Augusto estimaba lo suficiente a la ciudad como para establecer en ella una colonia romana.

Años después habría una iglesia en Troade (Hechos 20, 5-12), aunque no sepamos si Pablo la fundó en esta ocasión o en otra posterior. Lo que sí sabemos es que aquí al grupo formado por Pablo, Silas y Timoteo se unió un cuarto colaborador. El personaje en cuestión fue el autor del libro de los Hechos que, a partir de este momento, es redactado en primera persona del plural – nosotros – en lugar de en la tercera, ya que refiere hechos en los que intervino. La aparición de este nuevo miembro del equipo de Pablo – Lucas, dicho sea de paso – coincidió con un episodio de enorme relevancia que la fuente lucana narra de la siguiente manera:

 

9 Y fue mostrada a Pablo de noche una visión: Un varón macedonio se puso ante él, rogándole, y diciendo: Pasa a Macedonia, y ayúdanos. 10 Y en cuanto que tuvo la visión, procuramos partir a Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.

(Hechos 16, 9-10)

 

La visión del varón macedonio fue uno de los acontecimientos que cambian la Historia. Pablo abandonó totalmente la idea de internarse en Asia – al menos de momento – y decidió pasar a Europa y extender el Evangelio. Se ha especulado con la posibilidad de que el varón macedonio no fuera sino Lucas que, previamente, había rogado a Pablo que se dirigiera a su tierra natal, Macedonia, para predicar allí la Buena noticia. Supuestamente Lucas habría resultado tan persuasivo que Pablo habría quedado impresionado por sus argumentos y, ya en la noche, la imagen de Lucas pidiendo ayuda se le habría aparecido repitiendo su súplica. La hipótesis es plausible, pero, en realidad, no contamos con base alguna como para afirmarla con total certeza. Fuera como fuese, Pablo obedeció la visión nocturna y junto con su equipo se encaminó a Macedonia.

 

CONTINUARÁ

[1] Suetonio, Julio César, 79, 3, donde la Alejandría mencionada es Alejandría Troade.

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