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Miércoles, 25 de Diciembre de 2024

Godoy, el valido ilustrado

Jueves, 2 de Abril de 2015

Pocos políticos españoles han sido más injuriados y con más injusticia que Manuel Godoy y Álvarez de Faria. Las razones del encono hay que buscarlas, como tantas veces, en la envidia y el resentimiento.

Dotado de una notable educación para la época, en 1784 llegó desde Extremadura a Madrid incorporándose a la Guardia de Corps de Carlos III. La crisis política derivada de la falta de eficacia de políticos como Foridablanca y Aranda y el cambio generacional que acompañó a la subida al trono de Carlos IV abrió las puertas para su ascenso. Sus detractores insistirían en que el éxito derivaba de ser amante de la reina, pero la realidad es que fue Carlos IV el que confió en él antes que nadie y que nunca se han documentado los regios amoríos. Sus reformas interiores – supresión de impuestos, desamortización limitada, liberalización de los precios de las manufacturas, reducción de los monopolios gremiales, intento de reavivar la Ilustración… - le granjearon el aborrecimiento de la nobleza y del clero. Tampoco era apreciado por un pueblo que lo consideraba un advenedizo. Por añadidura, la revolución francesa estaba trascendiendo fronteras y España tenía que decidir entre Bonaparte y una Inglaterra enemiga del imperio hispano. Causa por ello admiración que mientras potencias como Austria o Prusia eran humilladas por las águilas francesas, Godoy lograra mantener un difícil equilibrio que se rompió finalmente cuando las presiones de Francia se tradujeron en una alianza cuyo fruto sería el desastre naval de Trafalgar (1805). Los enemigos de Godoy, agrupados en torno al príncipe Fernando, comprendieron que la privanza tenía los días contados y el extremeño decidió echar su suerte con Napoleón. Pactó así una división de Portugal de la que se beneficiaba personalmente, pero que sólo sirvió para que el emperador francés invadiera España con la intención de destronar a los Borbones. A esas alturas, Fernando también buscaba el respaldo napoleónico para derrocar a su padre y quizá lo habría conseguido de no ser descubierto. Godoy planeó escapar con los reyes a América para resistir desde allí a los franceses, pero la noche del 19 de marzo de 1808, el motín de Aranjuez, alentado por la nobleza y ejecutado por el populacho, provocó su caída y estuvo a punto de costarle la vida. Siguió al destierro a los reyes a los que sirvió con lealtad. Sus bienes, injustamente expoliados, nunca le fueron devueltos, pero su labor comienza, a tres siglos de distancia, a ser valorada con justicia.

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