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Martes, 24 de Diciembre de 2024

(CXXXIV): El nacimiento de la izquierda y de los nacionalismos (VIII): La iglesia católica, paridora de nacionalismos (IV)

Viernes, 26 de Abril de 2024

Con todo, a pesar de sostener la idea de una Cataluña superior al resto de España, su carácter abiertamente católico y oligárquico tuvo, entre otras consecuencias, que el catalanismo tardara en despegar.  Cuando en el año 1893, Francesc Cambó inició la tarea de predicar el catalanismo por las tierras de Cataluña no puede decirse que encontrara un ambiente receptivo.    El mismo reconocería en sus Memorias que “en su conjunto, el catalanismo era una cosa mísera cuando, en la primavera de 1893, inicié en él mi actuación… Organizamos excursiones por los pueblos del Penedés y del Vallés donde había algún catalanista aislado (…) al llegar, generalmente, la iglesia estaba vacía y sólo se veían algunas cabezas asomando por las esquinas (…) no creo que hiciéramos grandes conquistas: los payeses que nos escuchaban no llegaban a tomarnos en serio (…) Aquel era un tiempo en el que el catalanismo tenía todo el carácter de una secta religiosa.  Puede decirse que todos los catalanistas se conocían entre si”.  Las palabras de Cambó serían confirmadas por Josep Plà que añadiría: “Los catalanistas eran muy pocos. Cuatro gatos. En cada comarca había aproximadamente un catalanista: era generalmente un hombre distinguido que tenía fama de chalado”.   Si, a pesar de esas circunstancias, el catalanismo se extendió se debió no sólo a que apeló a sentimientos contradictorios y a que las oligarquías supieron servirse de la educación y de los medios sino también, de manera muy relevante, al apoyo decidido procedente de la iglesia católica.  A todo ello se sumó el impacto causado por el Desastre del 98. 

Desde 1898 a 1904, Prat de la Riba controló la política catalana.  Su instrumento fundamental fue la Lliga regionalista que nació el 25 de abril de 1901 por la fusión de la Unió regionalista y del Centre nacional catalá.  Prat de la Riba creía en el establecimiento un imperio catalán que llegara al Ródano.  De manera bien significativa, La Veu de Catalunya, el principal órgano de la Lliga, tuvo entre sus fundadores al canónigo Jaume Collell.  

El sucesor de Prat de la Riba, Cambó, pensó en un sometimiento de España a Cataluña fuertemente impregnado de racismo.  En las elecciones de 1901 – las últimas de la Regencia – la candidatura catalanista triunfó en Cataluña liquidando el bipartidismo canovista.  No sería el Régimen de la Restauración el que pudiera cuestionar los privilegios de la iglesia católica.   

CONTINUARÁ  

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