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Martes, 24 de Diciembre de 2024

(CXXXII): El nacimiento de la izquierda y de los nacionalismos (VI): La iglesia católica, paridora de nacionalismos (II)

Viernes, 22 de Marzo de 2024

La visión de la superioridad de la “nación” de Cataluña en el terreno católico se sustentaba en una actividad nada desdeñable de su clero.  Aparte del citado padre Palau, se pueden mencionar, a título de ejemplo, las fundaciones de Antonio María Claret – que influyó enormemente en Isabel II y que sería canonizado – de Josep Caixal, obispo de Urgell; de María Rafols que fundó en Zaragoza las Hermanas de la Caridad de Santa Ana (1825); de Joaquima Vedruna i de Mas, fundadora de las Carmelitas de la Caridad, conocidas popularmente como Vedrunas (1826); de Paula Montalt y las escolapias (1847); del canónigo Joaquim Vallmitjà y las Hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María (1849); de Josep Domènec Cosrta i Borrás – que acabaría su carrera como arzobispo de Tarragona – y las Hermanas de la enseñanza de la Inmaculada Concepción (1850); de Antonia París, fundadora en Cuba del Instituto de la Enseñanza y María Inmaculada (1855); del dominico exclaustrado Francesc Coll y las Dominicas de la Anunciata (1856); de María Anna Revell y las Franciscanas misioneras de la Inmaculada Concepción (1858); de Anna María Janer y las Hermanas de la Sagrada Familia (1859); del padre Josep Manyanet y los Hijos de la Sagrada familia (1870) y los misioneros de Nazaret (1893); del padre Francesc Xavier Butiñà e Isabel de Maranges y las Hijas de San José (1875); del padre Enric d´Ossó y la Compañía de Santa Teresa (1876); de Caterina Coromina y las Josefinas de la Caridad (1877); de María Anna Moragas y las Terciarias Franciscanas de la Divina Pastora (1877); de Teresa Jornet y las Hermanitas de los ancianos desamparados (1880); de Carme Sallés y las Concepcionistas (1892); o de María Teresa Güell y las Hermanas misioneras de la caridad hijas del corazón de María Inmaculada.  Mientras en el resto de España, a lo largo del siglo XIX, las órdenes religiosas experimentaron un retroceso relacionado con la política de los gabinetes liberales, en la Cataluña rabiosamente carlista, se produjo un fenómeno fundacional extraordinario, vinculado en no escasa medida a las mujeres y desde allí trasplantado al resto de España[1]. 

Las fundaciones no fue el único terreno en el que Cataluña destacó.  El catolicismo español del siglo XIX fue paupérrimo en sus aportaciones.  Las grandes aportaciones literarias españolas o fueron críticas al abordar el tema de la iglesia católica en la sociedad – Galdós y Clarín son dos ejemplos, pero no los únicos – y no se puede hablar de un equivalente católico y en cuanto al pensamiento político, si muy escuálido fue el de la izquierda apenas asentada en España, no mucho mejor fue el de la iglesia católica tras ejercer durante siglos su monopolio ideológico sobre la nación.  Donoso Cortés o los Nocedal podían resultar propagandistas más o menos afortunados, pero su superficialidad, no pocas veces de sal gruesa, salta a la vista.  La única excepción a esa atonía católica, más allá de las grandes proclamas apocalípticas, la presentaron un Menéndez Pelayo cerril que causaría un enorme daño a la derecha al empeñarse en consagrar la idea de España como “martillo de herejes” y un Jaime Balmes, clérigo, de no gran talla, pero descollando en medio de las planicies intelectuales del catolicismo español.  El heredero de Balmés y, como él, también catalán fue el obispo Torras i Bages, una de las figuras históricas verdaderamente clave en el nacimiento del nacionalismo catalán. 

CONTINUARÁ 




[1]  Un artículo muy revelador al respecto en Ana Yetano, “El poco estudiado origen catalán de las congregaciones religiosas de mayor peso en España”, en La Vanguardia, 7 de mayo de 1985.  

 

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