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Miércoles, 25 de Diciembre de 2024

El parto de los montes

Miércoles, 2 de Abril de 2008

Ya lo dejó dicho Fedro: “Mons parturibat, gemitus immanes ciens, eratque in terris máxima expectatio. At ille murem peperit. Hoc scriptum est tibi, qui, magna cum minaris, extricas nihil”, lo que podría traducirse de la siguiente manera: “Un monte, mientras pasaba por el trance del parto, emitía terribles gemidos, y las tierras que lo rodeaban fueron presa de la mayor expectativa. Pero el monte parió un ratón. Esto está escrito para ti, que, amenazando con realizar grandes cosas, no has hecho nada”. La fábula de Fedro no ha dejado de tener actualidad a lo largo de los siglos. De algunas personas, esperamos que lleven a cabo grandes decisiones, que pongan en marcha grandiosos proyectos, que realicen proezas. Lo esperamos porque así nos lo han indicado y porque es justo que así suceda. Sin embargo, en ocasiones, defraudan las expectativas más lógicas y razonables de tal manera que, al fin y a la postre, el resultado final es semejante al de un ratoncillo parido por un monte que, previamente, se había estremecido con los dolores del parto.

Desde luego, parto de los montes ha sido el de Rajoy con su nuevo equipo, empezando de manera más que destacada con Soraya. A las pruebas me remito que diría el clásico. Con Soraya están entusiasmados El País, la cadena SER, Público, el PSOE y las fuerzas que forman el gobierno nacional-socialista de Cataluña. ¡Ah, y Gallardón que ha dicho que es el inicio de un nuevo rumbo futuro en el PP! Como para que los amantes de la libertad no peguen ojo salvo que confíen inmensamente en la Providencia.

Sí, me duele decirlo, pero la resolución de Rajoy a la hora de crear un nuevo equipo se parece, triste, pero innegablemente, al parto de los montes. Sus decisiones distan mucho de resultar las más sensatas, adecuadas y convenientes en unos momentos en que la nación se enfrenta a una crisis económica provocada por la incuria de Solbes y de su jefe de filas; en que los nacionalistas siguen pisoteando la legalidad constitucional hasta el punto de honrar a los terroristas con calles todo ello con el respaldo de ZP y en que el parlamento lleva camino de convertirse en una mera caja de resonancia de las decisiones despóticas de un gobierno dispuesto, entre otras tropelías, a liquidar la independencia judicial y a condenar al cordón sanitario al principal partido de la oposición.

Por supuesto, hay nombres de relevancia y peso entre los elegidos como es el caso de Ana Pastor o de María San Gil, pero no son suficientes.

En términos económicos, Rajoy ha desperdiciado la baza extraordinaria que significaba Manuel Pizarro para optar por personajes que, aun aceptando su posible valor en el aparato del partido, no pasan de ser figuras de categoría menor.

En el terreno estatutario, el nombramiento de Sáenz de Santamaría ha provocado el entusiasmo de los más ardorosos atacantes del orden constitucional y en el área de las portavocías donde tanto destacó un duro, correoso y brillante Zaplana basta comprobar la satisfacción del Grupo PRISA, del diario Público o de Ruiz Gallardón para percatarse de que la decisión dista mucho de ser la más adecuada.

El parto de Rajoy tiene todas las apariencias de ser similar al del ratón expulsado por el monte. De hecho, presenta todo el aspecto de constituir una parida, es decir, lo último que necesita España en los últimos cuatro años.

Sin embargo, no perdamos la esperanza. De aquí al congreso del PP en junio pueden producirse cambios a mejor y Soraya Sáez de Santamaría – que ya tiene 36 años y no tiene hijos – incluso podría quedarse embarazada y pedir la baja como portavoz del congreso por maternidad. Quizá ese parto permitiría entonces redimir el de Rajoy.

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