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Miércoles, 25 de Diciembre de 2024

Cuento de Navidad

Viernes, 20 de Diciembre de 2019

César Vidal te cuenta un cuento que quizás podría ser realidad ;-)

Es una historia reciente.  Protagonista ha sido una pareja joven con ella embarazada por más señas.  Se vieron obligados a desplazarse a otra localidad para atender a un requerimiento de la Agencia tributaria.  Se trataba de una injusticia disparatada, pero cualquiera no acudía… Eran más que sabedores de que si no pagaban lo que les reclamaban de manera dudosamente legal, de entrada, les embargaban la cuenta de la caja de ahorros amén de la carpintería.  Entre eso y la subida de las cuotas de autónomos, los infelices – ella, él y el que venía de camino - podían pasar más hambre que un pensionista.  Todo se les complicó.  La mujer se puso de parto y no encontraron lugar.   Intentaron ir a una clínica, pero, como suele suceder desde hace años, las camas estaban totalmente ocupadas por mujeres venidas del otro lado del mar que, como se sabe, son casi las únicas que ya traen hijos.  Podía haber dado a luz en una camilla atravesada en el pasillo, pero la futura madre era vergonzosa.  ¡Vamos ni que hubiera sido virgen!  Él pensó incluso en que diera a luz en una casa, pero la opción se reveló inalcanzable.  La alcaldesa llevaba persiguiendo a los propietarios de inmuebles de alquiler desde hacía tiempo y tenías que ir muy recomendado para encontrar un piso.  En cuanto a los locales – puestos a parir… - la verdad es que entre MENAS y ONGs gays y feministas no quedaba sitio para nadie.   Al final, acabaron metiéndose en un chamizo que había abandonado un par de hijos y herederos.  Habían renunciado expresamente a la herencia que sus padres habían reunido tras décadas de trabajo porque para poder pagar el impuesto de sucesiones hubieran tenido que pedir un crédito a un banco.  Finalmente, la pobre rompió aguas y colocaron al recién nacido en una caja de naranjas.  Lo envolvieron en un jersey para que no se les quedara pajarito.  Por un momento, pensaron que habría sido maravilloso que hubiera algunos animales que dieran calor al niño, pero la industria agropecuaria ya había quebrado en la provincia hacía años machacada por Hacienda.  También desecharon el sueño de que alguien se acercara a obsequiar al recién nacido porque a ver quién es el valiente que apechuga con el impuesto de donaciones.  Pero se miraron y se sonrieron y se dijeron que se querían y que Dios proveería. 

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