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Martes, 24 de Diciembre de 2024

Si yo fuera presidente… de España

Miércoles, 26 de Noviembre de 2014

Tengo muy claro desde hace muchos años cuáles son los problemas no sólo actuales sino históricos de España. Se podrían resumir en la existencia de unas castas privilegiadas que manejan la política a su antojo teniendo como pantalla a otras castas nuevas que también se aprovechan criminalmente de la situación, pero que, por regla general, son las que se llevan las iras populares. Mi misión consistiría, pues, en avanzar lo más posible hacia la constitución, por primera vez en la Historia de España, de una nación de ciudadanos libres e iguales.

1. Que cada palo aguante su vela I. La libertad de partidos, de sindicación, de religión o de ir a pescar no se vería alterada lo más mínimo, pero ni partidos ni sindicatos ni confesiones religiosas recibirían un céntimo del estado. Que cada afiliado, seguidor o fiel mantenga sus respectivos sindicatos, partidos o confesiones religiosas. En el caso de la iglesia católica, se le informará de que, dado que han pasado décadas desde que debía auto-sostenerse, cuenta con dos años para alcanzar esa meta al cabo de los cuales, de no haberlo hecho, habrá que denunciar los acuerdos de los años setenta que, en realidad, se cerraron antes de la constitución precisamente para determinar su contenido.

2. Que cada palo aguante su vela II. Ni el sistema financiero ni las eléctricas ni otros poderes fácticos podrían esperar un solo céntimo del contribuyente. Por supuesto, las cajas estarían en su derecho de instar el procesamiento de sus gestores anteriores y embargarles el patrimonio, pero no de pretender que los agujeros los paguemos los españoles.

3. Que cada palo aguante su vela III. Buena parte de la deuda que pesa sobre España es deuda odiosa o ilegítima. Se contrajo no en bien de los españoles sino para favorecer a las castas privilegiadas desde los partidos a los sindicatos pasando por la iglesia católica, las eléctricas o el sistema financiero. No debe ser pagada por la nación sino por aquellos a quienes benefició procediéndose si fuera necesario a la expropiación de sus haberes para cubrirla.

4. Que cada palo aguante su vela IV. Los políticos por muy representativo que sea su cargo no tendrán una mayor indemnización por desempleo ni una pensión superior que la reciben los ciudadanos.

5. Independencia del poder judicial. La constitución convierte en casi imposible la separación de poderes, pero, al menos, podría volverse a la situación anterior a Felipe González en que los jueces no dependían de los partidos. No sería poco avance.

6. Adelgazamiento del estado de las autonomías e intervención de las CCAA. El estado autonómico es una sangría insostenible. Habría que proceder a la desaparición de los conciertos vasco y navarro tal y como se nos ha instado desde Europa arbitrando incluso una solución judicial en Estrasburgo. En paralelo, habría que intervenir a las CCAA más endeudadas como Cataluña, Valencia y Andalucía, procediendo a suspender la autonomía de aquellas que fueran díscolas con las directrices económicas ordenadas al bien común. Una nueva ley de educación y, sobre todo, un cumplimiento de las sentencias ya dictadas garantizaría efectivamente el que se pudiera estudiar en español en cualquier parte de España iniciándose acciones por prevaricación contra cualquier gobierno autonómico que pretendiera impedirlo. Por supuesto, la ley de partidos políticos volvería a entrar en funcionamiento procediendo a la ilegalización de las franquicias de ETA.

7. Liberalización de la normativa laboral. En España, los empresarios no contratan empleados, se casan con ellos. La consecuencia es que el empleo temporal es disparado, que el juvenil es elevadísimo, que existe un miedo a contratar por no poder pagar luego las indemnizaciones y que incluso a la hora de despedir se prefiere poner en la calle no a los vagos y viejos sino a los jóvenes y trabajadores simplemente por la cuantía de las indemnizaciones. La flexibilización laboral quedaría simplemente a la altura de la media europea y desaparecerían los convenios colectivos.

8. Bajada drástica de impuestos intentando acercarse a la tasa única del diez por ciento. España está sometida a un estrangulamiento de la economía. Para salir de esa situación sólo caben bajadas drásticas de impuestos que vayan acompañadas del final de las SICAVs que tanto benefician a las castas privilegiadas y que vayan acercando el pago de impuestos a una tasa común para todos en torno al diez por ciento. Es intolerable que el estado exija muchísimo más que el Dios que se reveló a Moisés en el Sinaí.

9. Defensa de los valores familiares. España es una nación en crisis ya sólo por la crisis demográfica que padece. La ley del aborto debe ser reformada mediante factores que permitan a las mujeres elegir libremente y no por la presión de padres, novios, amantes, maridos o feministas. A la vez, debe articularse un mecanismo de ayuda a las familias con hijos.

10. Reforma de la educación. El acceso de profesores a la docencia, el acceso a la educación y la política de becas deben amoldarse al único criterio del mérito. Si se expulsa de la universidad a la mitad del profesorado actual seguramente no se perdería nada y se ganaría mucho, pero quizá baste con incentivar la jubilación. Dada la naturaleza de muchos de ellos, no encontrarán diferencia entre no dar clase y cobrar y quedarse en casa y cobrar.

11. Cumplimiento de la legalidad en las CCAA. Las CCAA no pueden ser un estado dentro del estado. Debe quedar claro que cualquier incumplimiento de la ley se pagará con el procesamiento de los culpables y con la suspensión de la autonomía y

12. Cierre inmediato de todas las entidades públicas deficitarias comenzando por las empresas y continuando por televisiones, radios y otros chiringuitos.

Todo ello vendría unido al intento de llegar a un gran pacto entre la izquierda y la derecha española para evitar que menos del seis por ciento del electorado localizado además en una región española que nos cuesta miles y miles y miles de millones de euros a los españoles siga determinando para mal la vida de la nación.

Con este programa, seguramente tendría menos posibilidades de sobrevivir que siendo presidente de Estados Unidos y aplicando el que les dije, pero, de corazón, no veo otra manera para evitar que todo acabe en un desastre de generaciones.

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