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Miércoles, 25 de Diciembre de 2024

Salmo 121

Sábado, 16 de Noviembre de 2019

Uno de los muchos aportes extraordinarios de la Reforma fue el de devolver la alabanza de Dios al pueblo.  Durante siglos – y a diferencia de lo que había sucedido en el Antiguo Israel y entre los primeros cristianos – la música fue hurtada a la congregación y depositada en las manos y las voces de los monjes y clérigos.  Artísticamente, semejante paso pudo ser más o menos afortunado, pero no cabe la menor duda de que contribuyó como tantos otros a alejar a la inmensa mayoría de la gente del culto divino.  Los ritos eran en latín, lengua hermosa, pero que no entendía nadie salvo clérigos y alguna persona excepcional que dispusiera de algo de educación; la Biblia no era accesible a un pueblo analfabeto y, para remate, incluso la música era cosa de unos pocos.  La Reforma devolvió la Biblia al pueblo al que, de paso, alfabetizó para que pudiera leerla; estableció cultos en lengua vernácula para que se entendiera la predicación del Evangelio y, de manera extraordinariamente importante, depositó en manos de todo el pueblo la música.  Igor Stravinsky llegó a afirmar que con el coral protestante la música clásica tocó techo.  La afirmación se puede aceptar o rechazar, pero lo que es indiscutible es que aquellos corales fueron la base del desarrollo musical posterior que pasó por figuras típicamente protestantes como Bach o Haendel y que, sobre todo, la alabanza cantada dejó de ser patrimonio exclusivo de monjes o canónigos para ser entonada por todo el pueblo precisamente como lo marca la Biblia.  Durante siglos, Biblia, predicación, cantos habían estado secuestrados en lo que al pueblo se refiere.  La Reforma libertó todos estos aspectos en beneficio de todos. 

Entre los himnarios al alcance de todos a partir de entonces  – siempre que vivieran en un lugar que hubiera abrazado la Reforma -  hubo algunos cuya belleza sigue causando la más honda de las impresiones a día de hoy.  He escogido una versión coral del Salmo 121, ese hermoso texto en que el salmista se pregunta de dónde vendrá su socorro y responde que éste viene de YHVH el creador, El que no se duerme como guardador, El que cuida de día y de noche, El que protege a la entrada y a la salida.  Para una minoría ferozmente perseguida como eran los reformados del siglo XVI, el salmo resultaba una hermosa promesa.  Día y noche, ponían su confianza en Dios para que los protegiera de la Inquisición dispuesta a convertirlos en pavesas, de los parientes dispuestos a asesinarlos como sucedió con protestantes españoles y franceses, de la pérdida no solo de la hacienda sino también de la libertad y de la vida, de tantos peligros frente a los cuales sólo les quedaba entregarse totalmente al amor de Dios.   La manera en que prevalecieron a pesar de las más feroces persecuciones y además contribuyeron a sentar nuevas bases para sus naciones son clara muestra de que no confiaron en vano. 

Les dejo con dos versiones de este bello himno.  La primera es clásica y coral mientras que la segunda es instrumental y se debe a Goudimel.  Les sugiero que las escuchen mientras leen el Salmo 121 y lo aplican a su existencia.  Disfruten de la Palabra de Dios y de la pieza musical.  God bless ya!!!  ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

Ésta es la versión coral

 

Y ésta es la versión de Goudimel

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