Los romanos lo definían como “do ut des” – doy para que me des – y, ciertamente, no es mal resumen porque el ser humano da – sus sacrificios, sus méritos, sus obras – y a cambio espera recibir salvación. Sin embargo, el mensaje de la Biblia es radicalmente distinto. 1. La Biblia enseña que todos los seres humanos sin excepción son pecadores y el hecho de pertenecer a una religión u otra no evita que estén bajo pecado (Romanos 3: 9). 2. La Biblia señala también que la ley de Dios no sólo no nos salva sino que deja claro de manera indiscutible que somos culpables ante El y que si tenemos un mínimo de sensatez deberíamos callar la boca ante la realidad en lugar de jactarnos de nuestros méritos ilusorios (Romanos 3: 19-20). 3. Puesto que todos sin excepción hemos pecado y estamos alejado de la gloria de Dios no podemos esperar salvarnos por nuestras obras y somos justificados gratuitamente por Dios, por pura gracia (Romanos 3: 21-23). 4. Es así porque mediante la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo somos justificados y Dios, gracias a la obra de Jesús, es justo y a la vez justifica al pecador (Romanos 3: 24-26). 5. Por ser por gracia la salvación no puede ser por obras ya que cuando es por obras no es por gracia a través de la fe (Romanos 4: 1-5) y 6. Precisamente el hecho de ser justificado por la fe no sólo trae la paz con Dios sino una serie de bendiciones espirituales inimaginables para el que piensa que gana la salvación por sus obras (Romanos 5: 1-11).
Ese mensaje de la gracia de Dios concedida gratuitamente y apropiada a través de la fe es la esencia del Evangelio. La vemos en parábolas y relatos de Jesús donde nadie recibe nada por sus méritos – que no existen aunque alguien piense lo contrario – sino por pura gracia. Ese precisamente es el tema de esta hermosa canción. Frente a nuestro pecado – innegable para cualquiera que tenga un poco de sinceridad – no podemos oponer unos méritos que lo compensen de la misma manera que el que ha cometido un robo no puede alegar ante el juez que siempre paga el IVA. Es un delincuente y hay que pagar por el delito. De manera semejante, el pecador no puede pagar su pecado. Su – nuestra - única salida es acogerse – acogernos - a la gracia de Dios, una gracia que supera cualquier pecado porque se manifestó en el amor mostrado por Jesús en la cruz. No existe mejor noticia y sólo cabe apenarse por aquellos que sustituyen el amor de Dios por ceremonias, ritos y servidumbres.
Ignoro si este himno cuenta con versión española. Yo les dejo con una de Don Moen y otra de Bart Millando. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está Don Moen
www.youtube.com/watch?v=jDdENxO6HVo
y aquí Bart Milland