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Miércoles, 25 de Diciembre de 2024

Barriocanal, Federico y Deng Xiao Ping

Jueves, 19 de Febrero de 2015

​Ayer fue el año nuevo chino y hoy, además de estar todo cerrado, la contaminación en Beijing ha subido hasta tal grado que las autoridades recomiendan utilizar mascarilla en el caso de que uno decida salir a la calle.

Son las cosas propias de esta ciudad fascinante que obliga a pensar que Nueva York es casi un villorrio en comparación y que las ciudades europeas más populosas no pasan de ser aldehuelas. Como todavía no tengo decidido si me quedo en el hotel todo el día o si salgo a pasear he decidido sentarme al ordenador sin saber a ciencia cierta si el control sobre internet me permitirá enviar este post. Vamos a ello.

Ayer, en medio del inicio del año nuevo chino, me llegaban noticias de las apenas veladas críticas de Fernando Jiménez Barriocanal contra Federico Jiménez Losantos y de la respuesta irritada de éste a la arremetida del presidente de COPE. A pesar de todo lo pasado, sigo teniendo mucho afecto tanto por Federico como por Barriocanal, pero la realidad es la que es. La historia me la conozco bien y, al parecer, con el paso de los años, Federico comienza a darse cuenta de quiénes eran sus antiguos jefes. En cualquier caso, voy a aplicar el principio enunciado por Deng Xiao Ping de que la verdad se conoce a partir de los hechos. Lo que voy a contar no son especulaciones. Son hechos. Adelanto de entrada una tesis que es absolutamente esencial para comprender este y otros episodios: la iglesia católica no tiene principios, sólo tiene intereses. No me refiero a los católicos a pie. Esos pueden tener principios que serán buenos, malos o regulares, pero suelen tenerlos. Por ejemplo, consideran que es pecado mortal el utilizar anticonceptivos o que, en caso de duda, es preferible que muera la madre a causar la muerte del feto. Yo no me refiero a esos católicos de a pie, me refiero a la institución. La peculiar institución sólo tiene intereses y por eso lo mismo su banca blanquea dinero de mafias europeas y americanas, que su jerarquía otorga protección a criminales sexuales cuyas víctimas han sido niños o firma un concordato con Hitler que dio una legitimidad internacional al nacional-socialismo de la que carecía hasta entonces. Insisto: no actúa por principios – esos son sólo los sonidos que el flautista emite para llevar a los roedores en pos de si - sino por intereses. Luego sus fieles repitiendo mantras como el de “virgen antes, durante y después del parto” o “Tu es Petrus” se sienten tan contentos de haber entregado su razón y su alma a una entidad que sólo tiene intereses. Tan felices andan que incluso no dudan en defender las mayores atrocidades, pero volvamos al tema.

El gran error de Federico fue no haber captado jamás tan irrefutable realidad histórica. Creyó de buena fe que la iglesia católica tenía unos principios que defender y como coincidían en no poco con sus mismas creencias combatió como un jabato desde los micrófonos de la COPE. Yo nunca fui tan optimista. Desarrollé, por el contrario, el punto de vista de Churchill en relación con Stalin: de momento, podíamos aunar esfuerzos frente a algo tan deleznable como ZP, pero, más tarde o más temprano, se acabaría la coincidencia porque la iglesia católica ha sido durante siglos una enemiga jurada de la libertad. Naturalmente, la iglesia católica utilizó a Federico mientras le vino bien – sí, cierto, también lo pagó muy bien, pero hay empresas que te pagan muy bien y no por eso te tratan como a un kleenex - y cuando obtuvo lo que quiso lo arrojó al estercolero. Suele hacerlo. Lo hizo con el cardenal Tarancón que fue el verdadero forjador de la Transición… ¡no iba a hacerlo con un periodista! Federico fue útil para ejercer presión sobre ZP, pero una vez que se llegó a un pacto con el entonces presidente del gobierno, Federico estorbaba y había que deshacerse de él. Conseguido el 0,7 del IRPF en lugar del 0,3 anterior, ¿para qué necesitaban a Federico mordiendo? Por cierto, que José Antonio Avellán ha contado como Barriocanal se reía de haber engañado al gobierno de ZP en el tema de la financiación. Es decir, Barriocanal se partía de risa pensando en cómo los contribuyentes españoles íbamos a mantener a su iglesia con el dinero de nuestros impuestos. Para mondarse. Claro que teniendo en cuenta que lleva chupando la sangre de los españoles desde hace siglos a lo mejor resulta que sí que nos merecemos que se carcajee de nosotros. Recibiendo ese dinero arrancado de nuestros bolsillos, no sorprende que la iglesia católica apoyara el mal llamado proceso de paz de ZP – hasta Benedicto XVI manifestó su respaldo mediante una declaración pública – o que diera cobertura a un pacto de traidores entre el PSOE y ETA fraguado en el santuario jesuita de Loyola. Tampoco extraña que traicionara a los objetores a la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Federico había servido ya, pues a la basura con él… pero Federico no quiso o no supo o no pudo enterarse.

Yo me negué en redondo a permanecer en la COPE. A diferencia de Federico a mi sí me ofrecieron quedarme varias temporadas e incluso Barriocanal vino a verme para decirme que Rouco consideraba “una verdadera tragedia” que yo dejara la COPE. A mi me traía sin cuidado lo que pensara el cardenal y además ya había visto demasiado como para permanecer en aquella casa. Combatir contra un enemigo común podía tener un pase por un tiempo, sumarme a los intereses de una institución traidora que acababa de arrojar a un buen amigo por la borda, jamás y respaldar a una entidad que había traicionado a mi nación - eso sí recibiendo el dinero de los ciudadanos entregado por ZP - ni con una pistola al pecho. El gran drama es que yo sí me había enterado de que iba el juego y Federico, no. Aquel verano en que se fue creando Es.Radio deprisa y corriendo, Federico intentó desesperadamente regresar a la COPE. Lo sé no porque él me lo contara – me lo ocultó totalmente – sino porque, ya una vez fuera de Es.Radio, me lo refirió detalladamente la persona que había representado a Federico en aquellas negociaciones veraniegas con la COPE que tuvieron lugar en el palco del Real Madrid. Ése fue el pecado original de Es. Radio aunque yo no lo supe hasta mis últimos días en la casa e ignorara detalles como el que acabo de referir. Con la excepción de un servidor, casi todo el mundo – comenzando por Federico – soñaba con regresar a la COPE. No se percataban – quizá el dolor de la expulsión o la dulzura del recuerdo eran inmensos – de que semejante eventualidad era imposible. Usados y utilizados, ya nadie los quería y, por encima de todo, abominaban a Federico. Ni siquiera Barriocanal lo defendía a pesar de todo lo que hizo Federico para que llegara a ser presidente de COPE. Pero es que aunque lo hubieran deseado, habría sido un suicidio moral estar allí.

Parece que ahora hay indicios de que Federico se ha dado cuenta de que lo usaron, lo traicionaron y lo lanzaron al muladar una vez que cumplió con la misión que le habían asignado. Más vale tarde que nunca aunque no es para menos después de que el propio Barriocanal haya dicho que Buruaga vino a arreglar el desaguisado que, supuestamente, era COPE antes, es decir, con Federico. Si Federico se hubiera percatado de esto hace años quizá no se hubieran cometido errores en Es.Radio cuya solución no acierto a ver y que expuse a Federico en una carta que nunca tuvo respuesta y donde le manifesté que o eran solucionados o yo no tendría más remedio que irme. Sabido es que me marché. En cuanto a Barriocanal, quizá simplemente justifica todo alegando que obedece órdenes. Suele ser el argumento principal que suelen esgrimir en su defensa aquellos que hacen lo que no deben al servicio de organizaciones totalitarias. No es un argumento de éxito. Los tribunales humanos no dudan en ahorcarlos llegado el caso y ante el divino rige el principio del Maestro que afirma que de nada sirve ganar el mundo si se pierde el alma.

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