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Jueves, 26 de Diciembre de 2024

El hombre de la Mancha (Man of la Mancha)

Miércoles, 28 de Julio de 2021

Hace ya unos años, un conjunto de eruditos de Estados Unidos elaboró un libro en el que estaban contenidas las cien obras que, a su juicio, había que leer obligatoriamente en español.  Entre ellas, se encontraba mi Enciclopedia del Quijote, publicada por Planeta, aunque previamente la hubiera contratado Mario Muchnik sin que pudiera ver entonces la luz.  La decisión de incluir mi libro entre las cien obras de lectura obligatoria había sido del director de la biblioteca de la universidad de Yale.  Si por aquel entonces yo hubiera sido ya ciudadano americano, seguramente me habrían ofrecido una cátedra para dedicarme a vivir de Cervantes y de su criatura más conocida por el resto de mi vida.  Pero yo era español y en España, nadie se hizo eco de la noticia.  Cuento esto para dejar de manifiesto hasta qué punto el Quijote ha sido objeto de mis lecturas y meditaciones desde hace décadas.  En realidad, supongo que así fue desde los nueve años cuando me acerqué por primera vez al texto gracias a que era lectura obligatoria – y adaptada – en el curso de ingreso.  La mayoría de mis compañeros pasaron por el texto, pero no estoy muy seguro de que el texto pasara por ellos.  Yo, sin embargo, me quedé para siempre unido a su lectura.  Hace mucho que he perdido la cuenta de las veces que he leído el Quijote.  Este verano, por ejemplo, lo estoy releyendo por enésima vez y, como era de esperar, encuentro en la obra cervantina cosas nuevas.  Por ejemplo, la cantidad de coces que da en la primera parte de la novela a Lope de Vega.  Hay que conocer muy bien la vida de Lope y también su obra para captar las puntadas, pero existen, abundantes, sutiles y – sospecho – muy dolorosas para Lope.  También estoy contemplando los resabios erasmistas que hay en el Quijote.  No llegan al extremo del Lazarillo o de otras obras del siglo de Oro, pero Cervantes – que era elegantemente prudente en sus narraciones – da unos guantazos a la iglesia católica, a sus prácticas y a la inquisición de esos que tiembla el misterio.  No porque fuera un descreído sino, precisamente, porque era muy hondamente creyente y determinadas situaciones le revolvían el estómago con toda la razón del mundo.  


Que la genialidad del Quijote acabara teniendo repercusión en otras obras literarias, en la música, en el teatro e incluso en el cine resulta natural.  Cuestión aparte es que hayan sido más o menos afortunados esos ecos.  Hoy quiero recomendarles, a riesgo de que me tilden de hereje, una comedia musical titulada El hombre de la Mancha de Dale Wasserman.  Pongamos las cosas claras desde el principio.  Si se contempla El hombre de la Mancha como una adaptación del Quijote obviamente hay que decir que el resultado es un desastre.  Todo queda reducido al ámbito de la venta – aunque hay una referencia a la aventura de los molinos de viento – Aldonza es confundida con Dulcinea, aparecen personajes desconocidos…  La objeción es lícita, pero parte de no entender lo que es El hombre de la Mancha.  La obra – como si fuera una novela histórica – nos lleva a un momento pre-Quijote.  Un autor teatral llamado Miguel de Cervantes es detenido por la inquisición a causa de una representación como mínimo sospechosa.  Encerrado en una prisión a la espera de las acciones judiciales pertinentes, Cervantes se encuentra con todo un universo carcelario dispuesto a quitarle hasta la punta de un alfiler que llevara encima.  Para poder sobrevivir en aquella zahurda, Cervantes decide contarles una historia en torno a un hidalgo enloquecido por leer libros de caballerías.  A partir de ese momento, el Cervantes del musical – convertido en película - va desgranando una serie de motivos que son realmente quijotescos.  El ideal quijotesco aparece relatado en The Impossible Dream (El sueño imposible), el amor puro y caballeresco descrito en Dulcinea o la fidelidad del escudero en su I like him (Me gusta).  Insisto: no se trata de una adaptación del Quijote sino de un musical que trata de un hombre que ya tiene el Quijote en la cabeza, pero que no le ha dado forma todavía.  Al final, Cervantes será sacado de la prisión para rendir cuentas y el jefe del hampa encerrado en la mazmorra se percatará de que un manuscrito que guarda celosamente es sólo el embrión de la historia que les ha contado.  Cervantes y el Quijote se fusionan prácticamente en una misma nobleza idealista en medio de un mundo de truhanes en el que, quizá, es imposible que los inicuos sean derrotados o, quizá, no sea así, pero, en cualquier caso, merece la pena buscar la realización del sueño imposible.  

Debo reconocer que El hombre de la Mancha es una obra que me gusta más cuanto más la veo.  No porque sea una adaptación musical del Quijote sino porque plantea la genialidad de pensar cómo pudo ir elaborando Cervantes su gran libro, porque ha captado la enorme belleza de algunos de sus aspectos y porque muestra hasta qué punto sigue siendo totalmente vigente.  

La película de 1972 contaba con un reparto excepcional.  Peter O´Toole compuso a un Cervantes y a un Quijote totalmente convincentes; Sofia Loren encarnó una Aldonza desgarrada, grosera, pero en la que prende, finalmente, la esperanza;  James Coco se convirtió en un Sancho creíble mientras que Harry Andrews representó un extraordinario hampón y ventero; John Castle dio vida a un cínico Sansón Carrasco, Ian Richardson a un cura convincente y Brian Blessed a un imaginario y cruel Pedro.  Ni que decir tiene que, como pasa con los musicales, lo mejor fue, muy posiblemente, la música.  Yo les dejo con dos videos de dos de los números mejores de la obra.  Espero que los disfruten.  God bless ya!!!   ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

Aquí tiene a don Quijote contándonos cuál es su sueño imposible

Y aquí explicando a Aldonza – a la que ve como Dulcinea - su idea del amor

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