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Miércoles, 25 de Diciembre de 2024

Pablo Iglesias, el fundador del PSOE

Jueves, 25 de Junio de 2015

La izquierda tardó mucho en aparecer en la Historia de España – lo hizo durante el Sexenio revolucionario – y el socialismo adoleció durante décadas de escasa influencia.

Por un lado, los españoles se decantaron con más facilidad hacia el mesianismo anarquista no exento en ocasiones de una visión terrorista; por otro, la rama marxista demostró desde sus inicios una notabilísima endeblez intelectual. En no escasa medida, esa circunstancia se explica al examinar la figura de Pablo Iglesia, el fundador del PSOE. Nacido – como Franco – en El Ferrol, en su infancia se desplazó a Madrid donde transcurrirían sus primeros años como obrero tipógrafo. La fundación de la UGT y del PSOE – en una taberna de Madrid - lo convirtió en liberado de la revolución, pero, desprovisto del talento de otros correligionarios extranjeros, tardó años en ser escuchado. Sin haber leído a Marx y tras haber repasado someramente a Guesde, Iglesias creía firmemente en una revolución que implantara la dictadura del proletariado en su camino hacia la sociedad socialista. No sorprende que tuviera que esperar hasta inicios del siglo XX para llegar al congreso y eso gracias a la denominada conjunción republicano-socialista. Su inicio en las Cortes resultó revelador al amenazar con recurrir al atentado individual si Maura regresaba al poder. Dado el precedente de acciones terroristas, no se trataba de palabras tranquilizadoras. Durante aquellos años, de manera confesa, Iglesias fue aprovechando todos los resquicios legales del sistema precisamente para intentar su destrucción. Si no lo consiguió fue porque, como quedó de manifiesto en las algaradas de 1917, carecía del apoyo de unas masas que, por definición, debían haber sido suyas. Sí es cierto que Iglesias fue configurando el socialismo a su imagen y semejanza. Unamuno – que militó brevemente en el PSOE y lo abandonó escandalizado – proclamó que era un movimiento sectario, intransigente y escuálido intelectualmente. No exageraba. En realidad, era una nueva iglesia – una iglesia católica en negativo y con muchas de sus características de fanatismo e intolerancia - en la que incluso las biografías oficiales de Pablo Iglesias se limitaron a cuatro en clara imitación del número de Evangelios que habían narrado la vida de Jesús. Iglesias impidió que el PSOE entrara en la Internacional comunista, pero no porque su visión fuera democrática – que no lo era en absoluto – sino porque no deseaba que su ansiada dictadura se viera fiscalizada desde Moscú. En contra de sus deseos, no logró derrocar la monarquía parlamentaria. Sin embargo, no mucho después, ésta quedaría tan erosionada que acabaría desplomándose ante el empuje de unas fuerzas de escasa representatividad entre las que se encontraría el PSOE.

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