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Miércoles, 25 de Diciembre de 2024

Estudio de la Biblia (II): Tanaj y/o Antiguo Testamento

Viernes, 17 de Octubre de 2014
Lo primero que tiene que conocer el lector de la Biblia es que está se halla dividida en dos grandes bloques de libros que, convencionalmente, se denominan Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Subrayo lo de convencionalmente porque el nombre de Nuevo Testamento para la segunda parte – específicamente cristiana – no lo discute nadie, pero el primero es más cuestionado.

Algunos – no sólo los judíos – encuentran censurable que se denomine Antiguo, como algo viejo, a la primera parte de la Biblia. Los judíos la denominan Tanaj que no son sino las iniciales de las tres partes en que dividen las Escrituras que tienen en común con los cristianos: Torah, Neviim y Ketubim o, si ustedes lo prefieren, la Ley, los Profetas y los Escritos. Los cristianos, por el contrario, dividen el Antiguo Testamento en Pentateuco – los cinco libros de Moisés, equivalentes a la Torah – libros históricos, libros poéticos, libros sapienciales y libros proféticos.

La división judía del Antiguo Testamento es la siguiente:

1. Torah. Son los cinco libros de Moisés. En las versiones impresas, se les llama también Jamisha Jumshei Torah (cinco cinco-secciones de la Torah) e, informalmente, Jumásh. Su título en hebreo viene de la primera palabra del texto hebreo. Consigno su nombre y al lado el que tiene en las Biblias cristianas:

- Bereshit (בְּרֵאשִׁית, “En el principio”) – Génesis.

- Shemot (שִׁמוֹת, “Nombres”) - Éxodo.

- Vayikra (ויקרא, “Y El llamó”) – Levítico.

- Bəmidbar (במדבר, “En el desierto [de]”) - Números.

- Devarim (דברים, “Palabras”) - Deuteronomio.

 

2. Nevi´im.

נְבִיאִים Profetas. En la Biblia hebrea se dividen en Anteriores – lo que los cristianos denominan libros históricos – y Posteriores – que se corresponden con los proféticos. Esos libros son:

 

1. (יְהוֹשֻעַ / Yĕhôshúa‘) - Josué.

2. (שופטים / Shophtim) – Jueces.

3. (שְׁמוּאֵל / Shmû’ēl) – Samuel.

4. (מלכים / M’lakhim) – Reyes.

5. (יְשַׁעְיָהוּ / Yĕsha‘ăyāhû) – Isaías.

6. (יִרְמְיָהוּ / Yirmyāhû) – Jeremías.

7. (יְחֶזְקֵיאל / Yĕkhezqiēl) – Ezequiel.

8. Los doce profetas menores -Trei Asar, “The Twelve” – que son considerados un solo libro y que contienen:

1. (הוֹשֵׁעַ / Hôshēa‘) – Oseas.

2. (יוֹאֵל / Yô’ēl) - Joel

3. (עָמוֹס / ‘Āmôs) – Amós.

4. (עֹבַדְיָה / ‘Ōvadhyāh) – Abdías.

5. (יוֹנָה / Yônāh) - Jonás.

6. (מִיכָה / Mîkhāh) - Miqueas.

7. (נַחוּם / Nakḥûm) - Nahum.

8. (חֲבַקּוּק /Khăvhakûk) - Habacuc.

9. (צְפַנְיָה / Tsĕphanyāh) - Sofonías.

10. (חַגַּי / Khaggai) – Ageo.

11. (זְכַרְיָה / Zkharyāh) - Zacarías

12. (מַלְאָכִי / Mal’ākhî) – Malaquías

3. Ketuvim כְּתוּבִים o Escritos. Para los judíos, se dividen en once libros que son:

 

1. Los libros poéticos. Salmos, Proverbios y Job que son llamados Sifrei Emet o rollos de la verdad ya que la palabra hebrea para verdad - Emet אמ”ת – es un acrónimo de los nombres de estos tres libros.

 

2. Los cinco rollos o Hamesh Meguil.lot: Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Esther.

3. Los libros restantes: Daniel, Esdras-Nehemías, Crónicas. Es de notar que Daniel y Esdras tienen porciones importantes en arameo, algo que no sucede con otros libros de la Biblia.

Como podrá verse, el canon de la Biblia judía excluye los denominados libros apócrifos a los que luego me referiré.

 

La división cristiana del Antiguo Testamento es ligeramente diferente.

1. El Pentateuco o cinco libros que se corresponden con la Torah hebrea: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

2. Los libros históricos: Josué, Jueces, Rut, I y II de Samuel, I y II de Reyes, I y II de Crónicas, Esdras, Nehemías y Esther.

3. Los libros poéticos: Job y Salmos.

4. Los libros sapienciales o de sabiduría: Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares (aunque algunos preferirían considerar el Cantar de los cantares como poesía)

5. Profetas mayores: Isaías, Jeremías, Lamentaciones de Jeremías, Ezequiel y Daniel.

6. Profetas menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.

 

Este canon del Antiguo Testamento es el mismo que el judío – aunque con un orden diferente – y es el seguido por las iglesias cristianas, aunque no por la iglesia católica. De hecho, la iglesia católica ha incluido en el canon del Antiguo Testamento libros que son considerados apócrifos por otras confesiones – incluidos los judíos – y que la iglesia católica denomina deuterocanónicos.

Estos libros apócrifos son Tobías, Judith, la Sabiduría, el Eclesiástico, Baruc y los dos libros de Macabeos. A ellos hay que sumar añadidos al texto hebreo de la Biblia. Así, el capítulo 10 del libro de Esther, tiene añadidos 10 versículos y además 6 capítulos completos. El capítulo 3 del profeta Daniel, tiene añadidos 66 versículos, desde el 24 al 90, y además dos capítulos completos, el 13 y el 14, que cuentan las leyendas de Susana, y Bel y el Dragón.

Aunque la iglesia católica, tras diversos movimientos de zigzag, los incluyó en el canon de manera definitiva en el concilio de Trento, ya en el siglo XVI, la verdad es que los judíos nunca los reconocieron como tales y esa misma línea siguieron las confesiones reformadas. Las razones son diversas. Por ejemplo, Tobías contiene afirmaciones absolutamente supersticiosas e incluso paganas como (4: 18) la práctica de colocar alimentos sobre las tumbas o de (6: 8) utilizar el humo para ahuyentar demonios.

Judith contiene errores históricos de bulto – es el caso también de Baruc - como (1: 5) convertir al babilonio Nabucodonosor en rey de los asirios convirtiendo Nínive en su capital cuando estuvo en Babilonia. No deja de ser significativo que el padre Torres Amat, traductor de la Vulgata, afirmara: “Todo lo que sigue tomado a la letra parece no dejar lugar para excusar a Judith, de ficción o mentira”.

El Eclesiástico tiene un claro reconocimiento en su prólogo de que no consideraba que lo que escribía era inspirado - “Mi abuelo Jesús, después de haberse aplicado con el mayor empeño a la lectura de la ley y los profetas, y de otros libros… quiso él también escribir algo sobre estas cosas” – y añade (33: 16): “Yo ciertamente, me he levantado a escribir el último y soy como el que recoge rebuscas tras los vendimiadores”.

Con todo, la confesión más clara de que los apócrifos no forman parte de la Biblia se encuentra en el segundo libro de Macabeos que concluye de la siguiente manera: “Acabaré yo también esta mi narración. Si ella ha salido bien y cual conviene a una historia, es ciertamente lo que yo deseaba; pero si por el contrario es menos digna del asunto de lo que debiera, se me debe disimular la falta”. ¿Puede alguien creer que, como afirma la iglesia católica, este libro es inspirado cuando su propio autor lo termina de esa manera?

Resumiendo, pues, el canon del Tanaj o Antiguo Testamento excluye los libros apócrifos. A pesar de que ha sido así durante siglos y que a ello contribuyen el testimonio de los judíos, el de Jesús y los apóstoles – que jamás citaron de los libros apócrifos – y el de los cristianos de los tres primeros siglos, la iglesia católica decidió incluirlos en el canon. Sin duda, es material para reflexión. Pero será en otra ocasión. La semana que viene explicaremos el contenido del Nuevo Testamento y luego, en semanas sucesivas, los distintos libros de la Biblia.

Próxima entrega: El Nuevo Testamento.

 

I. El Evangelio de Marcos: algunas lecciones de los tres primeros versículos

La semana pasada, tuvimos ocasión de señalar algunas características del Evangelio de Marcos refiriéndonos sólo a los tres primeros versículos. Antes de profundizar más en el texto, resulta esencial extraer algunas conclusiones de esa breve introducción.

 

1. Los Evangelios son históricamente fiables: a diferencia de los textos de otras grandes religiones como el budismo, el hinduismo o el islam, los Evangelios se escribieron en la cercanía de los hechos y sobre el testimonio de testigos oculares. En Marcos, se trató del testimonio de Pedro, pero Lucas recogió en los años cincuenta – cuando ya se habían escrito otros Evangelios - los de personas que habían conocido directamente a Jesús.

2. El mensaje del Evangelio es para todos: Marcos escribió para gentiles lo que implicaba una gran novedad. Su anuncio iba dirigido no sólo a los judíos que llevaban siglos esperando al mesías sino a todos sin distinción de cultura, raza, posición social o sexo.

3. El Evangelio es el cumplimiento de profecías: desarrollaremos más este aspecto en las siguientes entregas, pero lo cierto es que el anuncio tiene sentido porque es el cumplimiento de una larga espera y en su tiempo. “La voz grita” porque así fue anunciado por Isaías ocho siglos antes.

4. El Evangelio no es una confirmación del orden establecido. Desgraciadamente, así fue a partir del siglo IV, cuando se produjo el maridaje con el imperio y más que enormes raciones de paganismo entraron en el cristianismo, pero no fue así originalmente. El Evangelio desafía y confronta la realidad, muestra sus carencias y sus puntos ocultos y llama al ser humano a vivir la vida del Reino.

5. Esa visión contracultural es muy clara en el mesías-siervo. En contra de no pocas concepciones, el mesías encarnado en Jesús es el siervo profetizado por Isaías. Eso implica que su manera de actuar es muy diferente de la ejercida por los poderes del mundo, incluidos los eclesiásticos. En pocos lugares, se expresa con más claridad que en un antiguo himno judeo-cristiano que Pablo cita en su carta a los filipenses:

«El mesías Jesús, siendo en forma de Dios, no se aferró a ser igual a Dios, sino que se anonadó tomando forma de siervo, hecho semejante

a los hombres, y siendo hombre se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Filipenses 2, 5-8).

Jesús no se amoldó a la cosmovisión de su tiempo – o del nuestro – siendo hombre, todavía descendió más adoptando la forma de siervo e incluso como siervo estuvo dispuesto a morir en la cruz. Se mire como se mire, esto es ser contracultural y no las películas de Almodóvar.

6. El Evangelio es el único camino de salvación: lo es en todos los sentidos del término, pero lo iremos viendo a lo largo de las semanas y

7. El Evangelio es también la única manera de vivir: al menos si lo que se desea es no formar parte de la cultura dominante que tiene muchas veces disidentes consentidos e incluso alentados.

Todo esto lo iremos viendo, Dios mediante, en las próximas semanas. Mientras tanto para estos días, les sugiero que lean – y escriban sus reflexiones en el cuaderno – dos pasajes de la Biblia. El primero se encuentra en el Antiguo Testamento y es el Salmo 51. El segundo es el capítulo segundo entero de la carta de Pablo a los Filipenses. ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

 

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