ARGANTONIO, EL EMPERADOR DEL MEDITERRANEO OCCIDENTAL
Quien más quien menos ha oído hablar de monarcas como Aquiles, Agamenón u Odiseo que lucharon por imponer la hegemonía griega sobre el Mediterráneo oriental enfrentándose con troyanos y, posteriormente, con fenicios y egipcios. Menos conocido y, sin embargo, más importante fue la existencia de un próspero reino situado en el sur de España, en las inmediaciones de la actual Sevilla y conocido con el nombre de Tartessos. A él huían los refugiados políticos del otro lado del Mediterráneo, como indica el libro bíblico del profeta Jonás, y con él comerciaban profusamente griegos y fenicios. Su rey más relevante fue Argantonio, un término griego que significa “hombre de plata”. Las fuentes helénicas lo describen como un monarca protagonista de una política de alianzas comerciales y militares sustentada en la explotación de las riquezas mineras – especialmente bronce y plata - de Tartessos. Su influencia quedó de manifiesto al ayudar a los focenses a combatir la expansión persa en el Mediterráneo oriental o al intentar impedir el estrangulamiento del comercio fenicio a manos de Asiria. Las fuentes romanas y griegas le atribuyen una vida centenaria y un reinado de ochenta años – 630 a. de C. – 550 a. de C. – lo que no resulta imposible dado algunos paralelos en la Historia antigua. Hay quien, por el contrario, prefiere pensar que, en realidad, Argantonio dio un nombre a una dinastía y que sus sucesores tuvieron el mismo nombre. Fuera como fuese, su desaparición fue el preludio a la decadencia de Tartessos. En 535 a. de C., década y media después de su muerte, etruscos y cartagineses derrotaron a los griegos en la batalla naval de Alalia y cortaron la ruta comercial que unía el Mediterráneo oriental con Tartessos. En 500 a. de C., Cartago atacó directamente el reino hispano sitiando su capital. Cartago tomó Tartessos y derribó sus murallas marcando su final como potencia. Sin embargo, los tartessios no se extinguieron. Cuando los romanos llegaron a la misma región denominaron Bética al antiguo Tartessos y al río del mismo nombre, lo llamaron Betis. A pesar del paso de los siglos, no pudieron sino hacerse eco de la relevancia de aquel reino que había sido una potencia en el Mediterráneo occidental.
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