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Miércoles, 25 de Diciembre de 2024

El último editorial de La Linterna

Viernes, 10 de Julio de 2009

Corría el año 1865, y más concretamente el 4 de marzo, cuando Abraham Lincoln fue investido presidente de los Estados Unidos por segunda vez. Aquel día, el cielo estaba nublado y el breve cortejo tuvo que transitar por una avenida cubierta de barro para llevar a cabo la ceremonia. Con todo, lo peor no era el clima ni la situación de las calles sino que la nación se hallaba sumida en una terrible guerra civil que había durado cuatro años y en la que habían perecido centenares de miles de personas. En su discurso, Lincoln recapituló aquella tragedia, hizo referencia a sus causas morales y no dejó de citar la manera en que había que contemplar la mano de Dios incluso en las desgracias que acontecen a lo largo de la Historia. Sin embargo, Lincoln no era fatalista y acabó concluyendo su discurso con las siguientes palabras: “Con malicia hacia nadie, con caridad hacia todos, con firmeza en lo justo, según Dios nos conceda ver lo justo, prosigamos hasta concluir la labor en la que nos hallamos; para vendar las heridas de la nación; para cuidar de aquel que haya sufrido, y también a su viuda y a su huérfano, para hacer todo lo que pueda concluir y consumar una paz justa y perdurable entre nosotros mismos y con todas las naciones”. Cuando Lincoln terminó su discurso, pronunció el juramento, besó la Biblia, se inclinó y, finalmente, abandonó la plataforma. Con aquellas palabras, Lincoln había indicado su firme resolución de seguir luchando por la libertad y por la unidad nacional, pero, al mismo tiempo, había indicado su voluntad de cerrar heridas y de actuar con caridad hacia todos y siguiendo lo que Dios le mostrara.

Hoy, 12 de julio de 2009, es mi último día ante estos micrófonos como director del programa La Linterna. Con menos ánimo de ser exhaustivos que nunca desearía recordar algunos de los hechos acontecidos a lo largo de estas cinco temporadas.

Durante cinco años, ubicado en un pequeño despacho de tres metros por tres metros, carente de ventanas, he desempeñado la tarea de dirección de la Linterna con la ayuda de una de las mejores redacciones de la radio española, pero, sobre todo, con el respaldo de todos ustedes y con la ayuda de Dios.

Nunca pensé en dirigir un programa de radio. Nunca lo quise. Nunca lo ambicioné y, por supuesto, nunca intrigué para obtenerlo. Quizá por ello he pensado siempre que, a causa de mi desapego y falta de ambición, Dios decidió que este cometido recayera sobre mi.

Asumí la dirección sólo después de que me lo pidió Federico Jiménez Losantos – el mejor comunicador que ha tenido la Cadena COPE – sólo después de que yo ofrecí la posibilidad de contratar como director de la Linterna a otras cinco personas que fueron rechazadas y sólo después de obtener garantías de total libertad en mi trabajo.

Si recapitulo lo que han sido estos años, mi balance sólo puede ser muy positivo. Llegado a la Linterna en un momento en que el programa se había desplomado durante la temporada anterior, desde el primer día expresé mi deseo de que la nueva Linterna transcurriera sobre la base de dos principios. El primero, pronunciado por Sócrates, que afirma que sólo la vida que es vivida críticamente merece la pena de ser vivida y el segundo, anunciado por Jesús, que proclama que la Verdad os hará libres. A ellos he procurado mantenerme fiel durante estas cinco temporadas.

La Linterna logró en apenas unos meses superar todos los índices de audiencia que había tenido este programa a lo largo de su Historia, se situó en el primer lugar de audiencia en su franja horaria durante las dos primeras horas y se consagró en el segundo puesto en la segunda mitad de su emisión. Por añadidura, La Linterna pasó de manera inmediata a ser el segundo programa de COPE en números absolutos de oyentes y el primero en share o cuota de audiencia, un record que ha mantenido de forma imbatible durante todos estos años. De manera semejante, La Linterna recibió distintos galardones y premios como el micrófono de plata o la Antena de oro por sólo citar dos de los más importantes.

Con todo, lo que, a mi juicio, ha proporcionado su razón de ser a La Linterna durante estos años no ha sido ni su éxito de audiencia, ni sus premios. Lo que ha definido su existencia en estas cinco temporadas es que ha pretendido hacer el bien y hacerlo bien y que ha intentado hacerlo, de manera especial, proporcionando un micrófono a aquellos que no tenían voz. Así ha sido porque nunca consideré que este micrófono fuera mío y porque siempre pensé que con él tenía que servir y no que me tenía que servir de él.

- Desde estos micrófonos se ha defendido la cultura de la vida frente a los embates de la cultura de la muerte dispuesta a desproteger de sus derechos al nasciturus o a legalizar la eutanasia

- Desde estos micrófonos se ha defendido a las víctimas del terrorismo exigiendo memoria, dignidad y justicia a un gobierno dispuesto a pactar con los terroristas

- Desde estos micrófonos se ha defendido el derecho de los padres a educar a sus hijos en la lengua oficial del Estado y en general a todos aquellos que sufren día a día el gobierno opresor de los nacionalistas

- Desde estos micrófonos no se ha dejado de buscar la verdad sobre el 11-M a pesar de todos aquellos que han pretendido cerrar el camino a la justicia propalando una falaz versión oficial

- Desde estos micrófonos se ha defendido continuamente a la familia frente a los ataques continuados de la ideología del género y de los intereses del lobby gay

- Desde estos micrófonos se ha defendido de forma incansable la unidad de España como nación de ciudadanos libres e iguales frente a la codicia desmedida de los nacionalistas y a la traición de las fuerzas que colaboran con ellos

- Desde estos micrófonos se ha defendido la libertad y la dignidad humanas frente a un programa social que pretende marcar la vida humana desde antes de hacer hasta la tumba

- Desde estos micrófonos se ha intentado viajar por todo el territorio nacional sin excepción contemplando el entusiasmo de los oyentes o la emoción de aquellos que en Cataluña o las Vascongadas podían escuchar al final del programa el himno nacional con lágrimas en los ojos

- Desde estos micrófonos se ha tratado de acercar la información y la cultura a los ciudadanos

- Desde estos micrófonos se han defendido incansablemente los cimientos de una cosmovisión judeo-cristiana que aparece reflejada en la Biblia y que recuerda que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios y

- Desde estos micrófonos no sólo se ha intentado mostrar cómo vivir mejor sino también incluso como bien morir siendo numerosos los testimonios acerca de aquellos que fallecieron con una oración en los labios inspirados por la tenue luz espiritual que había surgido de esta modesta Linterna.

Nada de esto ha sido tarea fácil. Desde el principio, este programa fue objeto de presiones, amenazas, intentos de soborno y querellas. Sin embargo, en ningún momento aceptamos doblegarnos y, ciertamente, no nos han doblegado ni nos hemos rendido por un solo instante.

Hoy, me despido con la conciencia del deber cumplido y dando las gracias de todo corazón a la dirección de esta casa que me permitió un ejercicio de libertad diaria que, con toda seguridad, hubiera sido imposible en otras cadenas; a todos los miembros de mi excepcional equipo; a todos ustedes que nos han obsequiado con su afecto continuo y su fidelidad inquebrantable y, sobre todo, a Dios que ha derramado generosamente Su amor, fuerza y alegría sobre esta labor durante estas cinco temporadas.

Me marcho, como señaló Abraham Lincoln, “con malicia hacia nadie, con caridad hacia todos, con firmeza en lo justo, según Dios me concede ver lo justo y con la firme resolución de proseguir mi labor para vendar las heridas de la nación; para cuidar de aquel que haya sufrido y para hacer que brille la Verdad y la Libertad”. De ustedes me despido hasta septiembre en que, Dios mediante, estaré dirigiendo un nuevo programa de noche en otra cadena de radio. En mi – lo saben ustedes - siguen teniendo un amigo siempre dispuesto a escucharlos y a abrir el micrófono que se expresen.

Hasta nuestro reencuentro que Dios los bendiga.

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