Will Lamartine Thompson nació en 1847 en Pennsylvania, pero cuando aún era casi un niño su familia se trasladó a Ohio. El padre de Will era un comerciante de éxito e incluso fue elegido al congreso estatal de Ohio, pero Will se sentía atraído por otras cuestiones. De hecho, antes de acabar sus estudios de bachillerato, ya había compuesto varias canciones. Quizá un intento de conjugar su vocación con los deseos paternos fue lo que lo impulsó a graduarse en empresariales en una de las universidades de Ohio, pero también a graduarse en el conservatorio de Nueva Inglaterra y a estudiar música en Leipzig, Alemania.
Leyendo a veces ciertas columnas de opinión o escuchando ciertas tertulias se podría creer que determinados acontecimientos surgen de la nada igual que los niños – antes – venían de París o aparecían debajo de una col. El escándalo por el referéndum que independiza a Crimea de una Ucrania a la que, históricamente, nunca perteneció y abre el camino para su reintegración en Rusia es un ejemplo más que obvio de lo que señalo.
Hace unas semanas, pronuncié esta ponencia en el curso de un evento relacionado con la libertad en Hispanoamérica. Tuvo una muy buena acogida hasta el punto de que alguno de los organizadores del evento me dijo que había servido como impulso general.
Me parece que fue ayer porque la ubicación se encuentra en esa tierra de nadie que es la infancia. El 17 de marzo de 1969, cuando yo todavía me levantaba a las seis de la mañana para ir al colegio a pasar un frío sobrecogedor bajo una disciplina que convierte, en comparación, a la del cuerpo de marines en un verdadero pitorreo, Golda Meir se convertía en la primera mujer de la Historia que alcanzaba la inmensa responsabilidad de presidir un gobierno.
Este lunes, se publica la edición actualizada de mi libro Pontífices: de la Era de las persecuciones al papa Francisco. Incluyo la introducción del volumen – que ya puede adquirirse en las librerías - especialmente destinado a los amantes de la Historia sin prejuicios y deseosos de conocer la verdad.
¿Hay salida? (VIII): Mentir sí es un pecado y grave
Tal y como se rumoreaba, monseñor Blázquez ha sido elegido presidente de la Conferencia episcopal. No entro en las cuestiones de carácter religioso. Sí quiero detenerme en las repercusiones políticas del nombramiento porque, para maldición histórica de España, la iglesia católica es no una religión sino una religión y un estado y, como estado, tiene unos intereses que a España le han salido carísimos en no pocas ocasiones. Blázquez es, precisamente, uno de los ejemplos más claros al respecto. De hecho, es un ejemplo del respaldo de la iglesia católica a los nacionalismos catalán y vasco y de pasteleo bochornoso con la izquierda.
El deterioro creciente de la situación en Venezuela ha llevado a los más diversos analistas a preguntarse por la permanencia de Maduro al frente de la nación y por la supervivencia del chavismo. Ambas cuestiones son diferentes y no se encuentran tan relacionadas como puede parecer a primera vista.
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